Una vez más, una mujer mapuche, defensora de la naturaleza y de la vida, es desaparecida en este continente. Se cumplen dos meses de la desaparición de Julia Chuñil y organizaciones de todo Chile y más allá de sus fronteras, se movilizaron para exigir al gobierno de Gabriel Boric una acción urgente que permita encontrarla. Denunciaron que el extractivismo empresarial y estatal mata, desaparece, criminaliza a las comunidades, saquea a los territorios, debido a los intereses coloniales y patriarcales de un capitalismo cruel y destructivo.
Julia Chuñil Catricura, de 72 años, es defensora de los territorios, presidenta de la comunidad mapuche de Putreguel, comuna de Máfil, Región de los Ríos, comunidad reconocida por la CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena) desde 2014.
En distintas ciudades de Chile, América Latina y Europa, se realizaron actos para exigir su aparición con vida, ya que es incomprensible que el gobierno de Boric, firmante del Tratado de Escazú que protege a las y los defensores ambientales, no haya realizado una investigación urgente y sistemática para encontrar con vida a la lamgen (hermana). Recién en este momento, frente a la exigencia de las comunidades originarias, de las organizaciones populares, ambientales, de derechos humanos, feministas, el gobierno dijo que pondría en actos el protocolo de Escazú.
EL CASO DE JULIA NO ES UN CASO AISLADO
Este hecho desesperante, en un contexto donde se denuncia que en estos años han habido más de 10 defensoras y defensores ambientales desaparecidos en Chile, trae a la memoria el crimen de Macarena Valdés, el 22 de agosto de 2016, quien luchaba junto a la comunidad mapuche contra la instalación de una central hidroeléctrica en el Río Tranquil, en la zona de Panguipulli, también en la Región de los Ríos.
En esa ocasión, la empresa austriaca RP Global, y la chilena SAESA, a cargo de ese proyecto de hidroeléctrica, realizaron la tala de bosque nativo, y la inundación de dos cementerios ancestrales, entre otros crímenes racistas y ambientales.
A Macarena pretendieron presentarla como “suicidada”, pero todas, todos, saben que “a la Negra la mataron”, aunque hasta el día de hoy no haya justicia.
También de la Región de los Ríos era la activista transfeminista y mapuche Emilia “Bau” Herrera Obrecht, asesinada el 16 de febrero de 2021 en el Lago Desagüe Riñiwe, Panguipulli, en el contexto de una recuperación territorial realizada a las afueras del condominio Riñimapu.
Julia Chuñil, con cinco hijas e hijos, tenía su casa en una recuperación de tierras. Se la vio por última vez el 8 de noviembre, cuando fue junto a su perro Cholito a buscar a sus animales en el sector Los Ciruelos en la región XIV, ruta que realizaba habitualmente. Los familiares y la policía que participó de su búsqueda, encontraron elementos personales de la líder mapuche al interior de una casa abandonada. Su hija Andalí Troncoso, aseguró que “vieron sus huellas, las de un vehículo, un bastón que ella usaba, además de un cojín”. Cerca del lugar donde se pierden las huellas de los pasos de Julia Chuñil, uno de sus hijos, Claudio Troncoso Chuñil, vio huellas de neumáticos en un camino en desuso.
EN DEFENSA DEL BOSQUE NATIVO
La líder mapuche era conocida desde 2018 por oponerse firmemente a un grupo de empresarios forestales que pretendían talar el bosque nativo. Por este hecho venía recibiendo amenazas constantes, agresiones verbales, intimidaciones físicas, cortes de caminos, destrucción de su vivienda, ofertas de dinero, por quienes la presionaban para vender o abandonar su tierra. Antes de su desaparición, Julia recibió nuevas amenazas por el territorio en disputa con el empresario forestal Juan Carlos Mordstadt y la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI).
Se trata de unas 900 hectáreas de bosque nativo de la comuna de Máfil. La negativa de Julia a vender sus terrenos a empresarios madereros y la disputa por la restitución territorial fue una decisión irrevocable. Sus hijos relatan que ella les dijo en más de una ocasión: “si me pasa algo, ya saben quiénes son los responsables”. Quienes están en la región apuntan especialmente contra el empresario forestal Juan Carlos Mordstadt Andwanter, descendiente de uno de los más conocidos colonos alemanes del siglo XIX, Carlos Andwanter.
En 1845 se creó el plan de colonización en Chile, que permitió que determinados grupos que hasta el día de hoy perpetúan el poder territorial en ese espacio, por ejemplo grupos de alemanes, generaran la política que luego se replica en el siglo XX con la caja de colonización agrícola. Vemos así una política colonial sistemática de destrucción y acaparamiento de tierras. Este empresario, Juan Carlos Mordstadt, fue beneficiado en el proceso de adquisición de tierras por la dictadura de Pinochet. En los años del gobierno de Salvador, Allende esas tierras fueron parte de la Reforma Agraria (Reserva CORA Número Uno-A), y en la dictadura de Pinochetpasaron a manos de dueños privados.
UN DOCUMENTAL QUE MUESTRA
El documental Mafil Ni Pu Tukulpazugun, Relatos de Máfil, del realizador Víctor Gutiérrez (Cau Cau Films 2024), cuenta el despojo histórico de estas tierras ancestrales iniciado en 1850 por colonos alemanes con apoyo del Estado. Julia Chuñil, una de las protagonistas del documental, señala en él la existencia de un cementerio indígena en ese territorio, y expresa que llegado el momento, ella y su familia quieren ser enterrados allí.
Estos hechos están documentados en la querella presentada por la ONG Escazú Ahora en la Fiscalía Regional de Los Ríos. También se señala la responsabilidad de la CONADI, instancia del Estado. Juana Aguilera, Presidenta de la Comisión Ética Contra La Tortura denuncia al respecto: “El silencio de CONADI de los Ríos es revelador de su rol y responsabilidad en las acciones u omisiones que están tras la desaparición de la señora Julia Chuñil Catricura.”
En los actos realizados a dos meses de su desaparición, la familia ha denunciado que ellos, hijos, hijas, están siendo investigados por el Estado, pero que no saben si lo son los empresarios que ellos han denunciado como posibles responsables, porque la causa se lleva adelante sin informar a la familia.
“Hoy son más de 300 organizaciones las que integran la campaña “¿Dónde está Julia Chuñil?”, una campaña que si bien es mediática, a su vez ha generado una serie de acciones" dice Francisca “Pancha” Fernández Droguett, participante del Movimiento por la Defensa del Agua y los Territorios (MAT), y del colectivo “Cueca Sola” y agrega: "El Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo todos los días está haciendo un recorrido circular alrededor de la Moneda, también el colectivo de CuecaSola y las mujeres Mapuche han hecho varios ayekanes (intervenciones políticas y culturales) para visibilizar dónde está Julia Chuñil. Cuando se cumplieron dos meses de su desaparición, hubo movilizaciones literalmente desde Arica hasta Chiloé, por Julia Chuñil y su perrito Cholito. Estamos movilizadas, diariamente.”
Fuente: Página 12